Se le conoce
como Guerra Fría al periodo que transcurre desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial hasta la caida del muro de Berlín
En el sentido específico de señalar las tensiones geopolíticas entre
la Unión Soviética y Estados Unidos, el término Guerra Fría ha
sido atribuido al financiero estadounidense y consejero
presidencial Bernard Baruch. El 16 de abril de 1947, Baruch dio un discurso
en el que dijo “No nos engañemos: estamos inmersos en una guerra fría.” El
término fue popularizado también por el columnista Walter
Lippmann con la edición en 1947 de un libro titulado Guerra fría.
Después de la Segunda Guerra Mundial el mundo quedo dividido en dos
bloques el capitalista y el socialista. El primero tuvo como líder a Estados
Unidos, país defensor del liberalismo y la democracia .El segundo situó a la
cabeza a la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), nación que
protegió a todos los pueblos que siguieron su modelo socialista
Con dicho esquema prácticamente todos los países del mundo quedaron
en la zona de influencia de una u otra potencia. Tanto la URSS
como Estados Unidos poseían armamento nuclear muy poderoso y
ambas naciones sabían que una confrontación entre
ellas hubiera significado el estallido
de una catástrofe sin precedentes para la humanidad.
Por ello, en lugar de pelear directamente, promovieron la confrontación
armada en las regiones que quedaba a su protección. Esto les garantizo
ganar territorios e incrementar su poder.
La ruptura no fue sin embargo inmediata ni inevitable. Roosevelt había soñado
en Yalta un mundo en el que las dos superpotencias que surgían de la guerra,
los EE.UU. y la URSS, pudiera colaborar pese a representar sistemas económicos,
políticos e ideológicos tan diferentes. Stalin necesitaba la cooperación de las
otras grandes potencias para reconstruir su país y contaba con la colaboración
norteamericana para la cuestión de las reparaciones alemanas.
Además, el espíritu general de los pueblos europeos era de un
profundo anhelo de renovación y justicia social. El triunfo de los laboristas
de Atlee en el Reino Unido y el que los comunistas obtuvieran más del 25% de
los votos en Francia e Italia o el 38% en Checoslovaquia mostraban a las claras
la popularidad de las fuerzas de izquierda que en las zonas ocupadas por los
nazis habían llevado el peso de la resistencia.